La carne de pollo es una de las más saludables del mercado. Es un alimento con una alta densidad de nutrientes. El principal componente de la carne de pollo es el agua, que representa del 70% al 75% del total; las proteínas suponen entre el 20% y el 22%; y, por último, la grasa, entre un 3% y un 10%. En su composición también figuran cantidades importantes de minerales como hierro, zinc, magnesio, selenio, cobalto y cromo, y vitaminas tales como tiamina, niacina, retinol y vitaminas B6 y B12.
Su principal aporte de nutrientes es proteico, ya que es una buena fuente de aminoácidos esenciales, aquellos que nuestro organismo no sintetiza y que deben consumirse con la dieta. En la carne de pollo está presente un promedio del 40% de estos aminoácidos, por lo que se considera una carne de alto valor biológico.
La cantidad de grasa del pollo varía según la parte que se consume. En las piezas más magras, el porcentaje es bajo. La mayor parte está en la piel, con casi 48 gramos de grasa por cada 100 gramos de carne. La grasa es un aspecto que depende directamente de la alimentación del animal durante su crecimiento.
En cuanto a vitaminas y minerales, la carne de pollo es una buena fuente de hierro, zinc, fósforo, vitamina A, niacina, tiamina, rivoflabina y vitaminas B6 y B12.
La composición de la carne de pollo es muy saludable y sus nutrientes ayudan a reparar tejidos del cuerpo, protege el sistema nervioso y la piel, contribuye a la realización de diversas funciones orgánicas debido a la variedad de minerales, ayuda al sistema inmunológico y favorece la formación de glóbulos rojos, entre otros.
En definitiva, es una carne de fácil digestión y muy útil en la elaboración de dietas de adelgazamiento o musculación. En pequeñas cantidades, es un alimento apto para personas con ácido úrico, y por su bajo contenido en colesterol, excepto la piel, también puede ser consumido por personas con problemas de dislipemias.
El pollo es la variedad de carne más consumida en los hogares. Conocidas sus propiedades nutricionales, es importante destacar que, según cómo se cocine, este alimento puede perder más o menos nutrientes. A mayor cocción, más perdida de nutrientes y, a menor cocción, como a la plancha, más se conservan. Este ave permite infinidad de variantes, es muy versátil en la cocina. La cocción más sencilla y a la vez más sabrosa es el asado y la plancha. Sin embargo, existen muchas maneras de cocinarlo. En cada localización geográfica se utilizará un método u otro.
Puede cocinarse al horno, a la plancha, asado, hervido, al papillote, frito, guisado, al microondas, estofado, al grill, entero, a cuatros, a dados, a tiras, tantas opciones como ideas tenga quien lo cocine. Sirve de acompañamiento de cualquier plato y admite también el uso de hierbas aromáticas para realzar el sabor de los platos.
La edad del pollo puede determinar el tipo de cocción necesaria. Los ejemplares más jóvenes son apropiados para una cocción al horno, mientras que los más viejos necesitan cocciones más largas para poder ablandar la carne, como guisos o estofados. También se utilizan las alas y la carcasa para la elaboración de caldos, generalmente de los animales más viejos, ya que aportan un sabor más fuerte.
Extraído de: VidaPoditiva.com
Por Natália Gimferrer
Su principal aporte de nutrientes es proteico, ya que es una buena fuente de aminoácidos esenciales, aquellos que nuestro organismo no sintetiza y que deben consumirse con la dieta. En la carne de pollo está presente un promedio del 40% de estos aminoácidos, por lo que se considera una carne de alto valor biológico.
La cantidad de grasa del pollo varía según la parte que se consume. En las piezas más magras, el porcentaje es bajo. La mayor parte está en la piel, con casi 48 gramos de grasa por cada 100 gramos de carne. La grasa es un aspecto que depende directamente de la alimentación del animal durante su crecimiento.
En cuanto a vitaminas y minerales, la carne de pollo es una buena fuente de hierro, zinc, fósforo, vitamina A, niacina, tiamina, rivoflabina y vitaminas B6 y B12.
La composición de la carne de pollo es muy saludable y sus nutrientes ayudan a reparar tejidos del cuerpo, protege el sistema nervioso y la piel, contribuye a la realización de diversas funciones orgánicas debido a la variedad de minerales, ayuda al sistema inmunológico y favorece la formación de glóbulos rojos, entre otros.
En definitiva, es una carne de fácil digestión y muy útil en la elaboración de dietas de adelgazamiento o musculación. En pequeñas cantidades, es un alimento apto para personas con ácido úrico, y por su bajo contenido en colesterol, excepto la piel, también puede ser consumido por personas con problemas de dislipemias.
El pollo es la variedad de carne más consumida en los hogares. Conocidas sus propiedades nutricionales, es importante destacar que, según cómo se cocine, este alimento puede perder más o menos nutrientes. A mayor cocción, más perdida de nutrientes y, a menor cocción, como a la plancha, más se conservan. Este ave permite infinidad de variantes, es muy versátil en la cocina. La cocción más sencilla y a la vez más sabrosa es el asado y la plancha. Sin embargo, existen muchas maneras de cocinarlo. En cada localización geográfica se utilizará un método u otro.
Puede cocinarse al horno, a la plancha, asado, hervido, al papillote, frito, guisado, al microondas, estofado, al grill, entero, a cuatros, a dados, a tiras, tantas opciones como ideas tenga quien lo cocine. Sirve de acompañamiento de cualquier plato y admite también el uso de hierbas aromáticas para realzar el sabor de los platos.
La edad del pollo puede determinar el tipo de cocción necesaria. Los ejemplares más jóvenes son apropiados para una cocción al horno, mientras que los más viejos necesitan cocciones más largas para poder ablandar la carne, como guisos o estofados. También se utilizan las alas y la carcasa para la elaboración de caldos, generalmente de los animales más viejos, ya que aportan un sabor más fuerte.
Extraído de: VidaPoditiva.com
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